Una vez finalizadas las que probablemente hayan sido las Navidades más atípicas de nuestras vidas, vuelven los propósitos de Año Nuevo, estos sí que permanecen inmutables como todos los años, pero este año con la firme intención de que no pase lo de siempre ¿sabes de lo que hablamos, verdad? ¿A quién no le ha pasado (dejémoslo tan solo en... alguna vez)?

Entre los sempiternos grandes éxitos probablemente los dos más populares sean el ponerse las pilas con el deporte y el de parar, en este caso tras ponernos las botas durante dos semanas, y comenzar una alimentación saludable. Entre quienes se decantan por la primera de las opciones, suelen ser populares la inscripción al gimnasio, a la piscina o a clases de zumba, GAP, spinning, crossfit y un sinfín de actividades con las que quemar los turrones, los polvorones y el roscón de Reyes. Entre las personas que deciden jugar sus cartas a la segunda baza, a empezar dieta, es costumbre eliminar cualquier alimento que no sea verde o de origen vegetal.

Como en muchas ocasiones, el éxito de la operación radica en el equilibrio, por eso combinar ambos propósitos nos permitirá hacerlo de un modo más sencillo y sostenible en el tiempo. Aunque tiene mucho gancho la frase aquella de “menos plato y más suela de zapato”, tratemos de interiorizarlo con sensatez para poder perseverar en el hábito tras empezar la dieta.

Embutidos ibéricos, indispensables en una dieta equilibrada

Entre los elementos que se suelen eliminar por completo al empezar la dieta se encuentran los embutidos ibéricos. Además de estar privándonos, con gran esfuerzo, de algunos de los alimentos más sabrosos y tradicionales de nuestra cultura si eliminamos por completo los embutidos ibéricos de nuestra dieta estaremos lejos de incorporar un hábito de alimentación saludable. 

Los embutidos ibéricos, como otros productos cárnicos, son una fuente de nutrientes imprescindible en una dieta variada, equilibrada y completa de acuerdo con la Confederación de Organizaciones Empresariales del Sector Cárnico de España. Destaca su contenido en vitamina A, vitaminas del grupo B y minerales como el zinc, el fósforo y el hierro. A diferencia de otro tipo de alimentos, los productos cárnicos tienen una elevada biodisponibilidad de estos minerales, en especial de hierro y su absorción es distinta. 

Por este motivo, al empezar la dieta post Navidad no debemos eliminar de nuestra alimentación los embutidos ibéricos sino mantenerlos, eso sí, en las proporciones recomendadas.

Jamón de cebo ibérico, manjar de perfil nutricional único

A pesar de la imagen de producto excesivamente graso y poco saludable que tiene el jamón, este manjar tan nuestro se trata de un producto principalmente proteico (una tercera parte, el 33%, del jamón de cebo ibérico son proteínas). Además, estas proteínas tienen un gran valor biológico, pues contienen todos los aminoácidos esenciales y esto contribuye al desarrollo metabólico del organismo.

En cuanto a las grasas, hay que destacar la riqueza del jamón de cebo ibérico en ácidos grasos insaturados (principalmente el ácido oleico, presente en el aceite de oliva) y su interesante composición de ácidos grasos saturados, con un gran contenido en ácido palmítico. 

La mayor presencia de ácido oleico en el jamón de cebo ibérico, además de ser una de las características diferenciadoras con respecto al jamón serrano, es responsable del equilibrio lipídico de esta ambrosía. Este ácido graso hace que el consumo de jamón de cebo ibérico favorezca la eliminación del colesterol ‘malo’ (LDL) y el aumento de la presencia del colesterol ‘bueno’ (HDL) que contribuye a mantener las arterias en buen estado según un estudio del Hospital Juan Ramón Jiménez y el Distrito Sanitario Huelva-Costa.

Por si tuviera pocos beneficios, además de su inigualable sabor, el jamón ibérico de cebo tiene un aporte de carbohidratos nulo, haciendo de este manjar un alimento hipocalórico ideal para empezar la dieta en enero.

En conclusión, el éxito de tus propósitos de Año Nuevo no radica en la cantidad y dureza de los sacrificios que realices sino en hacer los necesarios y en la medida adecuada, de manera que puedas sostener ese nuevo hábito en el tiempo. Si además puedes complementar el cuidado y estudio de tu alimentación con la realización de un mayor nivel de actividad física verás los resultados antes, que unido a la segregación de endorfinas, mantendrá tu motivación.

La completa eliminación de los distintos elaborados cárnicos no es recomendable, pues una dieta saludable, variada y completa precisa también de su aporte nutricional, vitamínico y de minerales. Entre los distintos productos cárnicos, una buena opción son los curados y embutidos ibéricos, siempre consumidos en las cantidades recomendadas, concretamente destaca el jamón de cebo ibérico (por las razones que ya hemos visto), del que podemos consumir entre 40 y 50 gramos diarios, y el lomo embuchado por su perfil nutricional ligero debido a lo magro de esta pieza.

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